Cualquier comportamiento del niño que tenga la intención de hacer daño

Cuando se habla de agresividad infantil nos referimos al comportamiento en los niños de forma intencionada que puede causar daño tanto físico como emocional, a él, a otros niños, e incluso a los padres.

Estos comportamientos pueden ser golpes, mordidas, pellizcos, burlas, ofensas, groserías, rabietas y cualquier otro comportamiento que tenga la intención de hacer daño.

La agresividad no solo puede ser física, sino que también puede ser en forma de chismes, mentiras, amenazas, chantajes, etc.

En algunos casos esta agresividad infantil puede tener origen en una dificultad de manejar sus impulsos internos.

Pero en la mayoría de los casos la agresividad infantil es el reflejo de sentimientos y sensaciones que el niño no sabe y no puede manejar que le llegan desde el exterior. Es ahí que se le considera incluso una reacción de emergencia.

La frustración es la principal sensación que un niño no sabe manejar y que lo lleva a reaccionar con agresividad, aunque no es la única.

Otro factor ambiental que puede propiciar agresividad en los niños es la imitación de modelos de formación, como los padres.

Los niños aprenden a ser agresivos si su núcleo familiar tiene un elemento agresivo, tanto físico como emocional. Las interacciones entre padres e hijos van modelando la conducta agresiva.

Un modelo de padres que caigan en los extremos de la disciplina, es decir, tanto con una disciplina relajada y con poca exigencia, como una disciplina estricta y rígida, son propicios para formar niños agresivos.

Los padres que no ponen limites y seden a todas las exigencias del niño no le ayudan a formar un mecanismo que le permita lidiar con la frustración, lo que hace que cuando el niño no logra satisfacer alguna de sus demandas al presentarse la sensación de frustración reaccionen con agresividad.

Así también, los padres con actitud hostil, sin demostraciones de afecto, con una disciplina estricta y rígida, que con frecuencia recurren al castigo físico o al chantaje emocional y a la reprimenda con insultos, forman niños que no sepan lidiar con la frustración y reaccionen con agresividad.

En general, los motivos que pueden llevar a un niño a reaccionar de manera agresiva son muchos y muy diversos, y es por eso que se recomienda recurrir a un profesional para recibir ayuda y ayudar a superar la situación que este propiciando este comportamiento.

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